Lo primero y  primordial es actuar con cautela y precaución para no lastimar al menor.

En función de si el abuso se dá en casa o en otro contexto (p.ej el escolar, en las actividades deportivas), la intervención pasará por reunirse con una persona adulta responsable implicada. En el caso en que el agresor sea el padre, se habla con la madre; en el caso de que sea un profesor, se hace con el Director, Jefe de Estudios, Orientador..., en privado, de manera clara, honesta y directa. Dejando constancia de que, tal y como lo exíge el código penal, es nuestra obligación denunciar la situación. 

En relación al niño, lo más importante es crear un clima de confianza y aceptación, debemos ser personas de sus confianza y estar preparadas y formadas en éste ámbito. No debemos forzarle pero sí pedirle aclaraciones si fueran necesarias, adecuando nuestro lenguaje al suyo y a su capacidad de expresión. Dejarle claro también, que es nuestra obligación denunciar el hecho.


¿Qué no hacer?

Con respecto al agresor:

No mostrarle desaprobación ni enjuiciarlo, no interrogarle por otros aspectos de la vida familiar o su vida privada que no conciernan directamente al caso. No tratar de demostrar el abuso. Evitar los tecnicismos y fomentar actitudes flexibles que no generen violencia, pues su reacción inicial puede ser ponerse a la defensiva. Por supuesto, no congraciarnos con ellos aunque los conozcamos personalmente, velar siempre por la integridad del niño.

Con respecto al niño:

No cuestionarle la veracidad de lo que nos cuenta, ni criticarle o desvalorizarlo. No mostrar angustia ni llanto ni emociones extremas, aunque no debemos minimizar la importancia de lo ocurrido ni de cómo se siente. Crearle un clima de seguridad. NO culparlo, ni hacerlo responsable con preguntas como ¿y tú no hiciste nada? o ¿por qué lo permitiste?, ¿No dijiste "no"?

Ante las Pruebas:

No tocar nada, no lavar al niño, intervención lo más inmediata posible.